dEdiCaDo A tOdOs LoS q sE enFreNtAn a suS dRagOnes y piErDeN



Y ahí estaba yo...
Con mis ojos fijos en los ojos del dragón y mis manos sudorosas sobre la espada. Sólo una idea cruzaba mi mente, no podía dejar que el contrario sintiera mi miedo si quería salir victoriosa de la batalla... Pero ya era demasiado tarde, no quedaba ni un solo poro de mi piel que no emanase pánico, horror, pavor, temor, miedo.

Y el dragón seguro de su superioridad dio un paso al frente y se acercó a mi.

La espada cayó al suelo y cerré los ojos esperando el zarpazo mortal.

Noté el cálido aliento de su respiración sobre mi frente, mi cuello, mi boca...

Lo último que recuerdo fue su cabeza sobre mi almohada.

Después me debí quedar dormida.

Etiquetas:

0comentarios:

Publicar un comentario